Según los datos ofrecidos por la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental, en la mayoría de este tipo de casos, el menor agresor tiene su primer ataque de violencia a los 16 años de edad.
Sin embargo, los síntomas comienzan mucho antes: a los 12 o 14 años. A esta edad, pueden haber indicios de violencia por parte del menor debido a robos a sus padres (no necesariamente grandes cantidades), manipulaciones, agresiones verbales o gestos agresivos como el lanzar objetos o dar golpes contra ellos en un momento de enfado.
La asociación cuenta que uno de los principales elementos que predisponen desarrollar este tipo de conductas es haber sido víctima o testigo de comportamientos similares (como de otras formas de maltrato intrafamiliar). Además, el haber sufrido acoso escolar parece ser un factor importante que repercute en este tipo de violencias filio-parentales.
Las víctimas, según las informaciones y estadísticas facilitadas por dicha sociedad, tienden a ser las madres o las abuelas.
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